Fatiga por compasión
Ana Frank es famosa por su diario, donde describe los años en que su familia se escondió durante la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, cuando la encarcelaron en un campo de concentración nazi, sus compañeros decían que «sus lágrimas [por ellos] nunca se detuvieron», lo cual la hicieron «una presencia bendita para todos los que la conocieron». Así, el erudito Kenneth Bailey afirmó que Ana nunca mostró tener «fatiga por compasión».
El gran crescendo
Mis padres me enseñaron a amar toda clase de música; desde country hasta clásica. Por eso, el corazón me latía con rapidez cuando entré en el Conservatorio de Moscú —una de las grandes salas de música de Rusia— para escuchar a la Sinfónica Nacional. A medida que interpretaban una pieza maestra de Tchaikovsky, el crescendo fue cobrando fuerza hasta llegar a un dramático y profundo clímax musical. Fue un momento mágico, y la audiencia se puso de pie con un estruendoso aplauso de aprobación.
Postura valiente
Teresa Prekerowa era apenas una adolescente cuando los nazis invadieron Polonia, su tierra natal. Eran los comienzos del Holocausto, cuando sus vecinos judíos empezaron a desaparecer. Junto con otros conciudadanos, Teresa arriesgó su vida para rescatarlos; y luego, se convertiría en una de las historiadoras destacadas sobre la guerra y el Holocausto. Su valentía contra la ola de maldad le ganó un lugar con los Justos de las Naciones en el Museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén.
¿Qué hay en un nombre?
«Gip» Hardin, un predicador metodista, en honor al famoso predicador John Wesley, le puso ese nombre a su hijo, reflejando así sus aspiraciones para él. Lamentablemente, John Wesley Hardin escogió un camino diferente. Jactándose de haber matado a 42 hombres, se convirtió en uno de los pistoleros y delincuentes más famosos del Oeste americano de finales del siglo xix.
Sky Garden
Cuando mi esposa y yo estábamos en Londres, un amigo arregló para que visitáramos Sky Garden. La terraza de este edificio de 35 pisos, en el distrito empresarial londinense, es una plataforma rodeada de vidrios y llena de plantas, árboles y flores. Pero lo que más captó nuestra atención fue la vista de la ciudad desde 150 metros de altura, que nos permitió admirar la Catedral de San Pablo, la Torre de Londres y mucho más. Era impresionante, y ofrecía una útil lección sobre perspectiva.
El tiempo
«Los occidentales tienen relojes. Los africanos tienen tiempo». Eso dijo Os Guinnes, citando un proverbio africano en su libro Impossible People [Personas increíbles]. Esto me llevó a meditar en las veces que he respondido a una petición, diciendo: «No tengo tiempo». Pensé en cómo la tiranía de lo urgente, los horarios y las fechas límites dominan mi vida.
Relojes y calendarios
Mi padre murió a los 58 años de edad. Desde entonces, hago una pausa el día en que falleció para recordar a Papá y reflexionar sobre su influencia en mi vida. Cuando me di cuenta de que había vivido más años sin mi papá que con él, empecé a meditar en la brevedad de mi propia vida.
Lady Babushka
«Lady Babushka» es uno de los misterios que rodean el asesinato del expresidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy. A pesar de aparecer en los registros del evento filmando con una cámara, no se sabe nada de ella. Esta misteriosa mujer, que vestía un sobretodo y una bufanda (parecida a una babushka rusa), nunca ha sido identificada ni se ha visto su filmación. Durante décadas, historiadores y eruditos han especulado que, por temor, nunca relató la historia de aquel oscuro día de noviembre de 1963.
Sin retorno
No era tan solo cruzar un río. Por ley, ningún general romano podía introducir sus tropas armadas en Roma. Por eso, cuando Julio César cruzó con su Legio xiii el río Rubicón para entrar en Italia, en el 49 a.C., se consideró un acto de traición. El impacto de su decisión fue irreversible, ya que le siguieron años de guerra civil. Aún hoy, la frase «cruzar el Rubicón» es una metáfora de «llegar a un punto donde no hay retorno».
¿Hasta cuándo?
En el clásico de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas, Alicia pregunta: «¿Cuánto es para siempre?», a lo que el Conejo Blanco responde: «A veces, es solo un segundo».